Las fotos que hoy os traigo son de esas fotos que siempre he tenido dudas sobre publicarlas o no. ¿Por qué? porque son fotos que no encajan con lo que suelo subir y doy por hecho que son fotos que no van a funcionar.
Pero, como llevo hablando un tiempo con algunos compañeros de foto (sobre todo con Javi y David) tenemos la suerte de que da lo mismo qué publiquemos puesto que no vivimos de la fotografía. Así que toca disfrutar de ella a tope haciendo aquello que nos gusta.
Hay un texto de Enrique Vila-Matas (lo conozco por usarse en la intro de una canción de Tote King) que dice: «Porque en realidad necesito mantenerme siempre tal como estaba al principio que cuando empecé a escribir, donde no me preocupaba nunca el riesgo, porque si un libro iba mal no pasaba nada porque han ido… habían ido mal los anteriores. Y el riesgo es fundamental para poder ser libre a la hora de escribir y no estar pendiente de lo que has hecho antes, ni de que pueda fracasar el libro«
Pues si nos llevamos esto a la fotografía y conseguimos olvidarnos del «éxito» seremos más felices y disfrutaremos mucho más el momento.
Sobre las fotos
La fotografía me ha presentado a grandes personas y entre ellas a Enrique. Gracias a él conseguí hacer este par de fotos, hice muchas aquel fin de semana, pero me quedo con estas dos.
Como os decía, tras darle mucho la chapa con que quería hacer fotos a la berrea, pero no a unos ciervos dentro de una valla y sabiendo dónde vive. Conseguí que Enrique «engañase» a Celia, que fue quién consiguió la localización perfecta para la berrea del año pasado. Una pequeña charca en medio de la nada a la que teníamos que llegar a un par de horas antes de la puesta del Sol. Si llegábamos más tarde asustaríamos a los ciervos y perderíamos el momento.
Llegó el día que teníamos planeado ir. Los nervios por saber si veríamos lo que nos habían dicho ya eran muy grandes. El tiempo corría en nuestra contra lo que nos hizo cometer un par de errores: elegimos mal donde aparcar y, en consecuencia, la canal que nos correspondía para subir. Esto nos obligó a hacer alguna trepada con todo el peso del equipo fotográfico pero aún así llegamos al punto esperado.
El problema fue que los ciervos se nos habían adelantado y mientras llegábamos espantamos a un grupo de unos 20. Un poco entristecidos decidimos quedarnos en el primer sitio que pudimos y ver que pasaba.
No se cuanto pasó hasta que volvieron a aparecer, quizás una hora, pero pudimos disfrutar de ver como se daban baños de barro, de esos bramidos que si no supiésemos que se trata de ciervos y estuviésemos en medio de la noche nos darían mucho miedo y de alguna que otra carrera tanto de los machos persiguiendo a las hembras como entre los machos para marcar territorio.
Elegí estas dos fotos, que se le ve muy lejos y pequeños, pero el momento de luz y la posición de los ciervos me llamaron más la atención. A ver si el año que viene el Covid, me permite de vivir otra vez esta experiencia.
Nos vemos en unos días. Sed felices!
No puedo ni imaginar la emoción del momento!!!
Gracias por traer la foto y la historia
Hola Jose Luis!
La momento vivido fue muy bueno, una autentica pasada la verdad!. A ver si el año que viene podemos repetirlo.